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Serie de videomezclados de nuestro amado Lupo

lunes, 27 de septiembre de 2010

Detectar la trampa del poder en el lenguaje periodístico.

Porque vivimos un tiempo en el que los circuitos de la información se han llenado de dinero. La información ya no es sólo poder, sino capacidad económica para escindir el poder de la política. La libertad de la economía para subordinar a la política a sus intereses específicos.
¿Cómo operan los medios concentrados para desinformar?

La saturación de la noticia es uno de los grandes obstáculos para la información, hay mucho “ruido” que impide al ciudadano diferenciar lo útil y válido, de los secundario e irrelevante. Hoy tenemos más medios de comunicación pero menos herramientas para la comprensión. También intoxica la información inapropiada y la obsesión por el entretenimiento que lleva a niveles insoportables de frivolización. Además, el problema es que esa frivolización llega a toda la programación y se refleja hasta en el contenido de un noticiero.

¿Los mass-media funcionan como los partidos políticos?
Funcionan peor todavía. Al menos los partidos políticos se someten a una legislación más rigurosa que garantiza una mayor transparencia económica y un funcionamiento interno relativamente democrático y participativo. Los medios poseen los objetivos de los partidos pero sin control ni democracia.

¿Existe diferencias en el comportamiento de los medios europeos y los latinoamericanos?
La única diferencia que se observa es en función del nivel de combatividad contra los gobiernos. Si los países son sumisos a los intereses de esos medios, su agresividad disminuye. Si los gobiernos plantean cambios que afectan a los intereses económicos de los medios, la guerra es feroz y la ausencia de deontología, absoluta. El primer caso se produce en Europa y el segundo en algunos países de América Latina.

¿Cómo es la tensión entre las empresas periodísticas y los trabajadores de prensa? ¿Existe un lugar para la rebelión intra-muros?

El trabajador de la prensa se ha convertido en un eslabón más de la cadena informativa. En cierta medida es cómplice y, en cierta medida, no puede enfrentar el sistema de comunicación desde dentro. Es como el administrativo de un estado dictatorial. Es verdad que participa en el mantenimiento del sistema pero desde su puesto de trabajo no puede enfrentarse a él.
Lo que queda por hacer.
Las dos palabras son participación y democratización. Se trata de cumplir el derecho ciudadano a informar y estar informado, para ello hay que dar licencias a propuestas mediáticas que den acceso a la ciudadanía y que aseguren suficiente pluralidad y rigurosidad en sus contenidos. Mi opinión es que se debe garantizar que los colectivos sociales representativos del país tengan acceso a esos medios, bien como propietarios de licencias o mediante propuestas de medios colectivos, comunitarios, alternativos que garanticen esa participación. Pero, tampoco, basta con darles licencia para emitir, el Estado debe garantizar su viabilidad como servicio público que son. Porque, si al final necesitan publicidad y rentabilidad comercial, caerán de nuevo bajo las condiciones del mercado y no serán alternativos a lo existente.

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